Con una importante producción, Luz Cenicienta, la obra escrita por la española Ana Belén Beas, rompe con algunos toques particulares a los reconocidos personajes del cuento, pasando de la ingenuidad de algunos a la picardía de otros. La línea argumental es matizada con toque español en el baile y en los textos.
El elenco, integrado por reconocidas figuras y talentosos exponentes del musical de nuestro país, cumple marcaciones de una puesta en escena con algunas dificultades. Aquí me detengo para resaltar la coreografía, elaborada con dinamismo y agilidad en la sucesión de las escenas como cuadros que complementan o se anteponen al cuadro siguiente. Sin embargo, se percibe un exceso de personas en el espacio destinado para su desenvolvimiento. Se utilizan trampas para la aparición exultante de la madrastra interpretada por Moria Casan, quien en más de una oportunidad queda aislada en la penumbra. Casan pisa el escenario con rutilante presencia, su actitud domina cada escena. Sin embargo, aunque su personaje se ajuste al rol que tiene en la historia, la dirección la descuida en ciertos parlamentos que impactarían mucho más si mantuviera su natural impronta.
Beas, la autora, realiza un buen trabajo actoral, marcando su acento español, que es trasladado a los otros actores. Maximiliano Guerra, en el rol del tradicional príncipe heroico, enfrenta diálogos que lo complican en lo actoral y como bailarín no se destaca, habida cuenta de su trayectoria y reconocimiento, sino que está a la par del ensamble. Simpática, Gladys Florimonte, juega y se divierte como una de las hermanastras, con guiños y elocuencia que la platea festeja.
Sabrina Artaza está impecable en el papel de la amiga de nuestra cenicienta. Su voz y sus aptitudes actorales se destacan. Julián Pucheta y Leandro Gazzia juegan con notable histrionismo y deleite. El vestuario colorido y original completa la estética junto a la escenografía realizada con proyecciones. La música, ingrediente fundamental para apreciar un musical, ha sido compuesta con originalidad por Angel Mahler, despegándose por completo de partituras anteriores, con muy buen resultado.
Este musical podría tener un gran peso sin necesidad de ostentar un cartel de reconocidos que no terminan de convencer. Es válida la muy personal visión de la autora como variante sobre el cuento clásico. Sergio Boaglio
Miércoles a domingos
Teatro El Nacional
Av. Corrientes 968 – Cap.
(011) 4326-4218
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