Las confluencias -de agendas, de talentos, de voluntades- pueden dar lugar a frutos maravillosos. Esto fue precisamente lo que sucedió en el penúltimo concierto de la temporada 2020 del Mozarteum Argentino. La presencia de la Deutsche Kammerphilharmonie Bremen estaba contemplada de antemano en la programación, por supuesto. Pero no fue sino hasta último momento, luego de la cancelación de la gira sudamericana del violinista Christian Tetzlaff, que el notable pianista canadiense Jan Lisiecki quedó confirmado para sumarse al concierto de la agrupación.
El inicio del programa estuvo a cargo de la sección de cuerdas exclusivamente, que presentó la Sinfonía Simple de Benjamin Britten, una interesante obra de juventud cuya particularidad más destacable es un segundo movimiento, escrito en su totalidad en pizzicato para el conjunto de los instrumentos. Britten compuso esta obra, su opus 4, a sus veinte años de edad, y resulta evidente su intención exploratoria y lúdica, más allá de su estilo general neoclásico, que abreva en danzas características del barroco francés.
Fue notorio el cambio de sonoridad de la orquesta con la incorporación de los vientos y la percusión para el Concierto para piano no. 3 de Ludwig van Beethoven, opus 37 del compositor. Dirigida por el concertino Glenn Christensen, la agrupación sorprendió con su sonido equilibrado y potente en la introducción orquestal de la obra, para luego dar lugar al deslumbrante virtuosismo pianístico de Lisiecki.
Beethoven tenía treinta años cuando compuso este trabajo. Prácticamente la misma edad que tiene ahora el pianista (27), quien no teme evidenciar el disfrute que le produce su rol de intérprete. Al tocar, por momentos se levanta de su asiento para darle impulso a su expresión. Pero no se trata de un histrionismo exagerado, a la manera de algún famoso colega suyo, sino de un reflejo auténtico que acompaña la música que lo atraviesa corporalmente.
El segundo movimiento (Largo) de la obra inicia con el piano en solitario, en un pasaje extenso que Lisiecki llevó adelante con una sensibilidad y madurez infrecuentes, para más tarde atacar el movimiento final de inmediato. Ovacionado con justicia por el público que colmó el Teatro Colón, disfrutamos de uno de los mejores pianistas que hayamos escuchado en los últimos tiempos. Uno que de hecho nos hizo redescubrir el tercer concierto de Beethoven, a pesar de haberlo frecuentado tantas veces. Para el bis, Lisiecki regaló el Nocturno No. 21 en Do menor de Chopin, muy poco transitado.
El concierto se completó con una magnífica interpretación de la Sinfonía no. 38 en Re Mayor, de Wolfgang Amadeus Mozart, la sinfonía Praga, precisa y contundente en sonido, que nos hizo pensar en la afinidad de ciertas orquestas con determinados repertorios. Tanto Mozart como Beethoven sonaron particularmente afines a la agrupación germana, fundada en 1980 como una orquesta de cámara estudiantil, que terminó derivando en una de las orquestas más importantes de Alemania. Y por si hubiese sido conveniente consolidar esta idea, como despedida la agrupación ofreció el cuarto movimiento de la Sinfonía No. 1 del compositor de Bonn, cerrando así una nueva celebración musical de nuestro Mozarteum Argentino. Germán A. Serain
Fue el 17 de octubre de 2022
Teatro Colón
Libertad 621 – Cap.
(011) 4378-7109
mozarteumargentino.org
Sitio Web Kammerphilarmonie Bremen
Comentarios