La única manera (de contar esta historia es con mandarinas) – Elenco: Sabrina Gómez, Magui Grondona, Ana Scannapieco – Vestuario: César Taibo – Iluminación: Melisa Hermida – Dramaturgia y Dirección: Melisa Hermida, Ana Lidejover
La puesta en escena de La única manera (de contar esta historia es con mandarinas), basada libremente en Final de Juego, un cuento de Julio Cortázar, es más que llamativa, debido a la escenografía, la iluminación, el condensado espacio de la casa, y la enorme cantidad de mandarinas que -rodando por el escenario- permiten contar la historia.
Tres hermanas ríen, cantan, sufren, aman, entre una realidad que las oprime y un juego que no tendrá final. Como tampoco tuvo principio. Las tres saben de qué se trata, por inocentes que quieran aparecer, por infantiles que sean sus diversiones. De golpe, en el medio de ellas, aparecerá algo que romperá el encanto, el hechizo, el lúdico acto en el que se encontraban intentando escapar a pesar de si mismas.
Ana Lidejover y Melisa Hermida han dirigido al cautivante trío actoral dándole un tono de comedia dramática, que oscilará entre lo emotivo y lo risueño para que la pesada carga sentimental no parezca tanto. Escenas desopilantes como la de Birmania –colosal Ana Scannapieco– dando clase a alumnos muñecos -a quienes maneja y habla como si fuesen humanos-, o la paradójica lectura de Heidi, la inocente niña que vive con su abuelo en los Alpes, contrastan con los juegos de cowboys que iniciarán estas adolescentes -en muchos sentidos-, llegando hasta la muerte sin mas trámite de una de ellas.
El inteligente guión nos presenta un sinfín de imágenes y guiños que conforman un atractivo constante, muy bien representado por Sabrina Gómez, Magdalena Grondona y la mencionada Scannapieco que brilla con genial histrionismo.
La música de Jackson Souvenir y el diseño de iluminación de Omar Possemato son elementos decisivos para la estética y el clima necesarios, cuya síntesis resume una frase del cuento: “En una casa donde hay alguien con algún defecto físico y mucho orgullo, todos juegan a ignorarlo, empezando por el enfermo, o más bien se hacen los que no saben que el otro sabe”. Martin Wullich
Se dio hasta Marzo 2009 en
El camarín de las musas
Mario Bravo 960 – Capital
4862-0655
elcamarindelasmusas.com.ar
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