LA TORTUGA, auratizando la pantalla

Un retrato de nuestro extraño presente

La tortuga – Actúa: Matilde Campilongo – Vestuario: Julia Barreiro y Gustavo Mondino –  Música: Nico Diab – Autoría, Iluminación y Dirección: Marcelo Allasino

En la página  teatrouaifai.com  se aclara que sus propuestas son obras de teatro en vivo, no se trata de teatro filmado. Como lo ha teorizado el crítico Jorge Dubatti, la presente situación pone en jaque al convivio y nos enfrenta con el tecnovivio. Si el convivio es reunión de cuerpos presentes, el tecnovivio es reunión mediatizada por dispositivos tecnológicos. Estaríamos aquí en una zona fronteriza entre el cine, el teatro, la performance y el video-arte.

Dicho todo esto, podemos pensar que La tortuga resulta una obra interesante y motivadora en estos tiempos. La protagonista le habla a su amiga que se encuentra en otro país, mediante videollamada. Ella le cuenta sus experiencias de vida, desde su casa, por lo cual podríamos pensar que se trata de un tecnovivio dentro de otro tecnovivio: hay dos mediaciones tecnológicas presentes en la obra. La protagonista se comunica con su amiga por la pantalla y nosotros, a su vez, presenciamos esta comunicación por nuestra propia pantalla, en un juego de muñecas rusas. Por otra parte, al finalizar la función, los espectadores son invitados a reunirse con la actriz y el director mediante zoom, posibilitando así, extender el hecho teatral y la interacción con el público, nuevamente, con la tecnología como mediadora.

El espectador presencia la narración de un dolor, que se ha ido arrastrando, desde la adolescencia al momento actual. Porque la risa fuerte a veces enmascara un profundo sufrimiento. Este dolor puede enquistarse en el cuerpo, cobrar corporeidad. Matilde Campilongo sabe transmitir una gama amplia de sensaciones y nos lleva por este torbellino emocional que genera su relato. El contexto, para llevar a cabo esta puesta en escena, es nada menos que su propia casa. Matilde se aísla de su familia y sus mascotas y comienza a actuar. Alquímicamente su espacio familiar se transmuta, se convierte en otra cosa.

Marcelo Allasino, con su texto, capta las angustias de una mujer con un pasado no resuelto que desea gritar desde sus entrañas a viva voz lo que siente y no encuentra mejor lugar que una videollamada para poder procesar, mediante esta vertiginosa narración, los cabos sueltos de ese pasado. Como director, Allasino consigue eficazmente, que Campilongo nos entregue un trabajo pulido y que se sostiene en la acentuada expresividad de la actriz y en la habilidad de los recursos que ambos han sabido manejar para generar un relato verosímil, que se resignifica en el contexto de la cuarentena.

La tortuga no esquiva temas de género como la presión que hay sobre la mujer para que se mantenga eternamente joven y hermosa.  Si bien los espectadores estamos atados a un mismo punto de vista (como lo estaríamos sentados en una platea), podemos apreciar una cuidada construcción de imágenes, que sugieren perspectivas diferentes y que surgen a partir de intencionales poses y movimientos de la actriz.

La obra tenía programado su estreno en Camarín de las musas, que por la pandemia no pudo ser. Podría pensarse que esta videollamada, como elemento que estructura el relato, fue introducida a partir de lo que estamos viviendo actualmente. Pero no, la obra ya estaba resuelta así desde antes…

Es de este modo que, misteriosamente, La tortuga puede ser vista como un retrato de nuestro extraño presente. Hay en ella un despliegue de la subjetividad que se introduce en el fondo oscuro del propio ser, para emerger con una narración que nos refleja e ilumina. Milly Vázquez

Jueves y sábados a las 22
Versión en cuarentena
Funciones online EN VIVO
Duración: 45 minutos

Entrada: $ 350
Boletería virtual: teatrouaifai.com

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