Las seis funciones del lenguaje, que trasmiten la actitud del emisor en un proceso comunicativo, son las siguientes: 1) Función emotiva o expresiva: El mensaje hace referencia a lo que siente el emisor por sobre los demás factores del proceso, por ejemplo en las oraciones exclamativas. 2) Función conativa o apelativa: En ella predomina el receptor, de quien se espera el cumplimiento de un acto o una respuesta. 3) Función referencial: El acto de comunicación está centrado en el contexto, en el tema o asunto al que se hace referencia. 4) Función metalingüística: Centrada en el código interno de la lengua. 5) Función fática: Son las fórmulas que sirven para iniciar, pausar, continuar o finalizar una comunicación. 6) Función poética: Se utiliza preferentemente en la literatura y la comunicación está centrada en el mensaje mismo, en su disposición, en la forma como se trasmite, predominando una intención estética.
Si el lector de esta reseña siguió el anterior detalle con auténtico interés y habiendo comprendido cabalmente de qué trata el asunto, entonces puede que esté listo para abordar la lectura de La séptima función del lenguaje, de Laurent Binet. Si se sintió, por el contrario, perdido o aun peor, fastidiado por la perorata facultativa, tal vez sería mejor que intentase con algún otro libro. Salvo que quiera tener el placer de ver cómo Roland Barthes, a quien mucho se le debe en términos de análisis del lenguaje, termina muerto, después de haber sido atropellado por una camioneta en una calle parisina. Pero el inspector Bayard sospecha que detrás del aparente accidente puede ocultarse otra cosa. Algo así como una conspiración de impensados alcances, en la cual tanto podría estar mezclado el candidato socialista François Mitterrand, como ir todo el asunto incluso más lejos.
La séptima función del lenguaje es una novela policial. Pero una muy particular, planteada en clave semiológica y atravesada por un contexto académico y un humor muy sutil, directamente asociado al mismo. El propio autor reconoció que su intención fue escribir una especie de historia a lo Sherlock Holmes, si bien más bizarra y postmoderna. Simon Herzog (las iniciales coinciden con la del famoso detective), un doctorado que se especializa en semiología de la imagen, será aquí el ayudante de Bayard, algo así como un Watson redivivo, aunque en este caso el adlátere aparece como más avispado que el protagonista, al menos en lo que a las lides sémicas se refiere.
Si usted no necesita que le expliquen quiénes son Foucault, Althusser o Lacan, y le divierte la idea de ver a estos personajes siendo interrogados por un tradicional policía de derecha, que lucha por encontrar un sentido a todo este galimatías sígnico y discursivo, seguramente este libro no va a defraudarlo. Y si acaso se está preguntando si, finalmente, la novela devela cuál es la séptima función del lenguaje, hemos de decirle desde ya que hay, en efecto, una respuesta para este interrogante, o varias. Pero debe saber también el lector que en casos como éste es bueno que prevalezca la prudencia. Después de todo, Barthes tuvo que dar su vida para que no llegaran a divulgarse ciertos secretos. Germán A. Serain
La séptima función del lenguaje
Laurent Binet
Editorial Planeta, 2017
439 páginas
Laurent Binet nació en París en 1972. Graduado en la Universidad de París en Literatura, materia de la que ha sido profesor, fue galardonado con el Premio Goncourt 2010 por su primera novela, HHhH, que relata de un modo personal el asesinato del líder nazi Reinhard Heydrich.