La señorita del título es osada, resuelta, dispuesta a todo. No importa con quien, escapando de la tutela de su padre, ella saciará sus ansias de todo tipo, sexo incluido, claro. Y le viene muy cómodo hacerlo con su criado, pues la mujer de éste todo lo acepta con tal de no contradecir a la niña de la casa, quizás para mantener el trabajo y otras ventajas. Él quiere dejar lo que hace, piensa en poner un hotel y para esto la relación le viene como anillo al dedo, claro que sin anillo. Eso sí, a veces las cosas se dan vuelta. El texto de August Strindberg es exquisito y el retrato de pasiones y pulsiones, temores y manipulaciones humanas está delicada y minuciosamente retratado.
La íntima puesta en escena utiliza casi todo el espacio de la sala, sin fronteras con el público, ubicado a manera de oblongo y abigarrado anfiteatro. Es Augusto Brítez quien más embebido está del espíritu de su personaje de mucamo pretencioso, aun confundiendo palabras del texto, y quien le aporta el tono satírico necesario para contrastar el drama creciente e imparable. Graciela Bonomi personifica muy bien a su mujer, calma y hasta comprensiva, sumisa en apariencia, misteriosa, en una disfrutable actuación. En tanto, a Carolina Vela –la señorita Julia- le hace falta mayor imponencia y convencimiento en el decir del personaje, algo débilmente marcado. El vestuario está muy logrado y la acabada escenografía utiliza desde un llamativo botellón de vidrio verde hasta una antigua jarra cervecera de blanca porcelana. Martin Wullich
Se dio hasta mayo 2011
Teatro Korinthio
Junín 380 – Cap.
(011) 4951-3392
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