La nave comienza suave y misteriosamente, con sus protagonistas saliendo de un imaginario foso. A partir de allí, tomarán elementos de diferentes formas, sonidos, materiales y texturas para comenzar uno de los más insólitos conciertos que se pueda disfrutar sin instrumentos -convencionales, claro-.
La apariencia tribal y el estilo de música con pura percusión remiten a los ancestrales momentos del descubrimiento del arte que luego evolucionó en diferentes corrientes, demostrando de algún modo que siempre la base es esa. El simple hecho de tomar un elemento de uso cotidiano y golpearlo contra otro o frotarlo con la mano, produciendo sonidos, genera per se una composición básica a la que se le podrán sumar o no otros elementos similares.
Así y todo, la base melódica que incorpora la rítmica percusión está dada por unos extraños caños que con distintas alturas producen diferentes notas. Parodiando quizás a Les Luthiers, aunque sin los rimbombantes y graciosos nombres de sus instrumentos, ni tampoco palabras, La nave va in crescendo durante algo más de una hora.
Los integrantes de El Choque Urbano no sólo tocan, sino que bailan y actúan, generando delirantes e irreverentes personajes que avanzan en la nave del título hacia la locura de algún encuentro interplanetario o entre civilizaciones.
La nave parecería ir por momentos a la deriva, o a veces en un derrotero marcado por una insólita filosofía ritual que no desdeña la poesía. Transmiten energía y misterio. Contagian su delirio y su fantasía. Martin Wullich
Se dio hasta marzo 2010
Ciudad Cultural Konex
Sarmiento 3131
(011) 4864-3200
www.elchoqueurbano.com
Se estrenó en Paseo La Plaza
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