Jordi Sierra i Fabra es escritor. Nació en Barcelona en julio de 1947. Sus obras han tenido muy buena aceptación tanto en España como en América Latina. Pero muchos lo han conocido a través de algunos fragmentos de una charla en video que se ha viralizado en las redes sociales, donde él cuenta cómo fue que terminó dedicándose a la literatura a partir de los problemas de comunicación que tuvo desde muy chico, por ser tartamudo. Lector compulsivo, a los doce años ya tenía escritos varios relatos de unas cien páginas cada uno. Es que las letras fueron su refugio ante el bullying de los compañeros-matones de turno en el colegio.
Hoy ya lleva publicados más de 500 títulos, con más de doce millones de ejemplares vendidos. También tiene su propia fundación, creada en 2004 con el objetivo de ayudar a jóvenes escritores a iniciar sus carreras, además de fomentar el placer por la lectura como vehículo esencial de formación. Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, entre otros reconocimientos, la música ha sido otra de sus pasiones. Buena parte de su producción literaria tiene que ver con la música. Su primer libro, publicado en 1971, fue precisamente una Historia de la Música Pop. Luego vendría un sinnúmero de biografías de diversos artistas y libros de análisis musical, además de poesía y narrativa. En muchas ocasiones todas sus inquietudes se combinan.
Esto es lo que sucede en la última obra de Jordi Sierra i Fabra, Pau Casals y el niño que tocaba el violín. Se trata de una historia acerca del encuentro del célebre violonchelista con un niño, hijo de inmigrantes, que sueña con ser músico en la Nueva York de principios del siglo veinte. Suceso de ventas en su versión original en catalán, este libro fue traducido especialmente para su publicación en la Argentina y los Estados Unidos, y viene acompañado por una serie de pistas musicales para escuchar mientras se lee el relato. Las ilustraciones de la edición fueron realizadas por la joven artista -también catalana- Kosmonautaa (Sara Cabeza Labrada).
Para la presentación del libro, Editorial Ayesha organizó un encuentro gratuito coordinado por el escritor Alejandro Margulis, en la Sala Juan L. Ortiz de la Biblioteca Nacional. Allí, además de la palabra del autor en directo desde Barcelona, en relación a la obra y a la importancia de la vocación artística, se añadió la realización de un pequeño concierto a cargo de la Orquesta-Escuela de Florencio Varela, dirigida por Javier Quinteiro. De manera muy acertada, acorde a los objetivos de la fundación Jordi Sierra i Fabra, la actividad quedó integrada a una campaña solidaria de entrega de instrumentos musicales como donativo para la orquesta, integrada exclusivamente por niños y jóvenes. Quienes deseen colaborar pueden comunicarse con la Editorial a través de los medios de contacto indicados al final de esta nota.
A nuestros lectores le dejamos un breve fragmento de Pau Casals y el niño que tocaba el violín, y también la maravillosa entrevista referida al principio de este comentario, en su versión completa. Le aseguramos que vale la pena escuchar cada minuto. Germán A. Serain
Jordi Sierra i Fabra: Pau Casals y el niño que tocaba el violín (fragmento)
Ah… Nueva York parece más y más espectacular que cuando llegó por primera vez, en 1901.
Han pasado quince años.
Un soplo de tiempo.
Aunque entonces era noviembre, hacía frío, llovía.
Cuando el St. Paul pasó cerca de la Estatua de la Libertad, sintió un escalofrío.
La Tierra de las Promesas…
Pau suspira y sigue el paseo.
Deja atrás la plaza, en la esquina sureste del Central Park, todavía en obras a causa del metro y a punto de ser inaugurada. Deja atrás el fastuoso hotel Plaza y la mansión de Cornelius Vanderbilt II, el monumento ecuestre de Sherman y la nueva fuente, llamada Pulitzer en honor a la generosidad de su impulsor, Joseph Pulitzer, decidido a rivalizar con la de la plaza de la Concordia en París. Caminando despacio, sigue por la misma calle 58, ahora en la parte Oeste de Manhattan, por debajo del parque. Rebasa la Sexta Avenida, y al llegar a la Séptima dobla a la izquierda, para ver, una vez más, la impresionante arquitectura del Carnegie Hall.
Mañana, concierto en el Metropolitan, pero hoy, ahora…
¿Cómo olvidar el debut en el Carnegie, el 9 de marzo de 1904, en su segundo viaje a los Estados Unidos, ya convertido en solista?
El memorable Don Quijote de Richard Strauss que puso al público en pie.
Y, además, poco después de tocar en la Casa Blanca ante el presidente Roosevelt
—Eres un sentimental —se dice en voz baja.
Lo es, ¿y qué?
No se puede ser artista sin ceder a los sentimientos.
El norte de toda creatividad.
Algún día también dirigirá en el Carnegie. Es uno de sus sueños.
Se toma su tiempo. Contempla los arcos de las puertas y las ventanas, el tono ocre, rojizo, de los ladrillos, los detalles de terracota, las banderas que apenas si se mueven porque la brisa es imperceptible. La gente pasa por la acera sin fijarse en el templo de la música, sin levantar la cabeza. En Nueva York todo el mundo parece tener prisa, la vida se acelera, nadie pasea salvo que se adentre en el parque.
Le encanta París, pero Nueva York… El Carnegie…
Escucha música en su cabeza.
El sonido de su violonchelo.
Siempre escucha música en su cabeza, pero a veces es mucho más que eso: una melodía exuberante, un torrente, una concatenación de notas sublimes convertidas en ráfagas que retiene instintivamente.
Fue el 15 de diciembre 2021
Biblioteca Nacional
Agüero 2502 – Cap.
Entrada gratuita
Más información:
(11) 5474-4893 / (11) 6932-2706
ayesha.com.ar
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