Desde su Rumania natal y con tres años de edad llegó a Uruguay junto a su familia. Corría 1930. Veinte años más tarde, Jacobo Langsner cruzó el charco y se instaló en Buenos Aires, pero siguió trabajando en ambos países. En 1975 tuvo que emigrar a España, y recién volvió a tierras rioplatenses hacia principios de los ochenta, con el retorno de la democracia en Uruguay. Años más tarde volvió a Buenos Aires, ciudad en donde hoy, 10 de agosto de 2020, dijo adiós al teatro y a este mundo. El apellido Langsner es automáticamente asociado con una película que ya se considera de culto en nuestro país: Esperando la carroza.
El film que lo hizo famoso es una parodia grotesca que desnuda las miserias de una clase media que no quiere serlo y las de una clase media alta que pugna por ser más alta que media. También habla de la infelicidad en que la rutina, la vida matrimonial y familiar en declive y el cuidado de los adultos mayores sumergen al ciudadano promedio. La película no fue bien recibida por la crítica inicialmente. Tuvo una segunda parte, pero como si se cumpliera la premisa de que “segundas partes nunca fueron buenas”, no llegó a gozar de la repercusión de la primera.
Jacobo Langsner tuvo una destacada carrera tanto en Argentina como en Uruguay, país cuya nacionalidad adoptó, y se lo considera uno de los dramaturgos más importantes que surgieron en estos lares a partir de los años cincuenta. Sus primeros pasos fueron en el teatro independiente uruguayo: entre las obras de sus primeros tiempos están El hombre incompleto, La rebelión de Galatea, Los ridículos y El juego de Ifigenia. En 1962 estrena en la Comedia Nacional de Montevideo esa emblemática obra que luego será llevada al cine: la mencionada Esperando la carroza.
De él es también El tobogán, estrenada en 1970 y en cuyo elenco figuraron dos uruguayos que participaron de la versión fílmica de Esperando la carroza: China Zorrilla y Juan Manuel Tenuta. Una vez más, el centro de atención de la obra es el deterioro de la sociedad y la desesperanza de la clase media. Langsner se consideraba parte de esa clase media a la que le achacaba una buena dosis de hipocresía, y en eso giraba esencialmente todo lo que él escribía.
Malayunta es otra película vinculada con Langsner: él y José Santiso, el director, fueron sus guionistas. La película se estrenó en 1986 y obtuvo varios premios internacionales. Langsner fue el encargado del guión de otra película premiada, Darse cuenta (1984), con dirección de Alejandro Doria. También incursionó en la pantalla chica: ciclos notables como Alta Comedia y Atreverse contaron con guiones suyos.
Transilvano, uruguayo y judío, como lo llamaba su entrañable amiga China Zorrilla, Langsner se autodefinía como alguien tímido, que pensaba que “escribiendo nadie me iba a ver”. Es probable, pero lo cierto es que muchos recordaremos esos diálogos imperdibles de Esperando… que ya forman parte del habla rioplatense. Viviana Aubele
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