Hipólita pondera la conquista – Actúan: Delfina Dotti, Javier Drolas, María Onetto, Marina Otero – Música: Ulises Conti – Iluminación: Eli Sirlin – Vestuario: Sofía Di Nunzio – Escenografía: Mariana Obersztern, Santiago Rey – Dramaturgia: Eric Barenboim – Dirección: Mariana Obersztern
Todos tenemos derechos, y esto Hipólita lo sabe. Todos tenemos derechos, que han sido escritos malamente en alguna parte. Pero también es sabido que los derechos de uno terminan donde… O mejor hablemos de las conveniencias. O inclusive de las necesidades, quien no desee ser tan drástico. Las conveniencias de uno no siempre coinciden con las de los demás. Y en este sencillo hecho reside la raíz de la mayor parte de nuestros problemas.
Algo muy malo sucedió en Cutral Có. Y algo malo sucede ahora mismo entre los pobladores que allí quedan y los del pueblo de la represa del Río Limay. Viejos rencores, derivados de acciones que pretendían seguramente proteger a algunos, pero terminaron perjudicando a otros. Esto es algo que sucede todo el tiempo. Daños colaterales, se los suele llamar.
Hipólita pondera la conquista, este texto de Eric Barenboim, dirigido por Mariana Obersztern, nos presenta un escenario posapocalíptico. Una catástrofe ambiental, derivada del monocultivo, o quizás de una desmedida explotación capitalista de los recursos naturales, ha cambiado la Argentina que conocemos para siempre.
Se trata de una ficción futurista, aunque hay ecos que resuenan familiares. Podríamos pensar en lo acontecido en Epecuén, por ejemplo. O en pandemias como la que nos asola ahora mismo, que más allá de las teorías conspirativas, pueden iniciarse a partir de explotaciones animales que concentren demasiados individuos en espacios limitados. Pestes como la gripe aviar, o la gripe porcina, tienen mucho en común con la deforestación, el cambio climático o la minería con envenenamiento de las aguas.
En relación a la obra, debemos reconocer que la acción teatral nos pareció quizás demasiado lenta. La puesta, un tanto oscura. El dispositivo escénico es simple, pero efectivo. Todo esto va, no obstante, atado a una cuestión de gustos. En cuanto a los personajes, está claro que cada quien tiene sus razones y sus motivos. También sus contradicciones. Es lo que somos. Pero detrás de estas cuestiones hay algo más.
“Alguien tiene que aprender”. Sobre el final, la obra insiste en estas palabras de una manera casi obsesiva, como una señal de alarma. Más allá de la ficción, en Hipólita pondera la conquista está presente el señalamiento de algo que es urgente comprender. Un error garrafal que se vincula con nuestra manera cotidiana de ver las cosas. Acaso sea un problema identitario: solemos identificarnos demasiado fuertemente con la primera persona del singular. Pero hay ocasiones en las cuales eso que le conviene al yo atenta contra la supervivencia del nosotros. Germán A. Serain
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