EL TROVADOR, bellísimo espanto

El Ensamble Lírico Orquestal abrió su temporada con un clásico de Verdi

Las pasiones humanas son inquietantes. En ocasiones enigmáticas, contradictorias, nobles u horrendas. Acaso el atractivo de ciertas obras sea el exponer estas pasiones de la manera más descarnada posible. Y que todo suceda, sin embargo, en un marco donde pese a todo prime la belleza. En el caso de El Trovador sucede que una gitana es quemada viva en la hoguera, acusada de brujería. Antes de morir, esta mujer alcanza a ordenarle a su hija que de alguna manera la vengue. Esta muchacha secuestra entonces al más pequeño de los dos hijos de quien ha ordenado la ejecución.

Ojo por ojo, diente por diente, el fuego es también aquí protagonista. En el instante final la muchacha duda; pero finalmente decide lanzar al niño al fuego, para que muera abrasado igual que su madre. Espantosa venganza. Sin embargo, en un acto de incomprensible ceguera yerra, y por error no es el hijo de su enemigo sino el suyo propio quien es arrojado a las llamas.

Consumado el fallido sacrificio, el pequeño sobreviviente es criado, desconociendo su verdadera identidad, como si fuese el auténtico hijo de la gitana, mientras su hermano -el Conde de Luna- abraza el deseo de vengar a quien cree muerto. Para complicar más las cosas, ajenos al vínculo de sangre que los une, ambos hermanos terminarán enfrentados y deseando a una misma mujer. Ella -Leonor- está enamorada del más joven de estos hombres -Manrique-, quien es el trovador al cual alude el título de la ópera.

Una serie de eventos hace que tanto Manrique como su presunta madre sean capturados por la gente del Conde de Luna, lo cual dará lugar a la tragedia. Leonor promete entregarse a cambio de la libertad de su amado, pero ingiere un veneno para que el Conde sólo pueda poseer su cuerpo inerte. El veneno hace efecto antes de lo previsto, con lo cual el Conde manda ejecutar a Manrique delante de su madre, antes de hacer lo propio con ella quemándola en la hoguera. Pero apenas tiene lugar la primera ejecución, la gitana revela que el Conde acaba de asesinar a su propio hermano. Cae el telón.

Toda esta serie de espantos tiene lugar en el marco de una música verdaderamente maravillosa, que Giuseppe Verdi terminó de componer en 1853, tras varias dilaciones debidas a diversas circunstancias. La versión realizada por el Ensamble Lírico Orquestal, bajo la dirección musical de Gustavo Codina y con una buena puesta escénica de Raúl Marego, ciertamente le hace justicia. En la función del estreno, a la cual tuvimos ocasión de asistir, se destacaron en los roles protagónicos los notables Enrique Gibert Mella y Andrés Novero, al igual que Rocío Cereceda y María Luján Mirabelli en los principales papeles femeninos.

Más allá de ser una compañía de ópera independiente, con las limitaciones presupuestarias y organizativas que ello implica, el Ensamble Lírico Orquestal realiza producciones de muy cuidada calidad y en esto también incluimos la selección de sus solistas. Se lucieron igualmente los vestuarios y la escenografía, a cargo de Jessica Barredo Díaz, y los integrantes tanto de la orquesta como del ensamble coral.

No es amor, sino venganza. Fue con este llamado de atención que se promocionó esta versión de El Trovador. El concepto es acertado, pues sobre el final resulta inevitable comprender cómo, muy a pesar del enorme amor que la gitana manifiesta hacia su hijo adoptivo, pesa más la visceral satisfacción que se pone de manifiesto en el instante de revelarle al Conde, con su brutal “Egli era tuo fratello!..”, que ha cometido un fratricidio que sin duda ella podría haber evitado con apenas revelar la verdadera identidad del trovador un instante antes.

De este modo nos queda un sabor amargo, ante la evidencia de que las muchas pasiones que puede presentar el hombre van desde el amor, el sentido del honor y el sacrificio encarnados por Leonor, hasta la violencia irrefrenable y el ansia de venganza, que al final parecen imponerse. Todo esto en un marco signado por la confusión, la incomprensión del otro y una tragedia que pareciera lindar con el destino, pero que en definitiva es determinada por la mano de los hombres.

Por suerte, Verdi lo cuenta de una manera que nos estremece para bien, pues todo este espanto no deja de ser algo muy bello. Germán A. Serain

Fue el 25 de abril de 2019
Auditorio de Belgrano
Virrey Loreto 2348 – Cap.
(011) 4304-8834
ensamblelirico.com.ar

 

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