Fluidez, contrastes, virtuosismo, sutileza interpretativa, comunicación sonora, encantamiento musical. Todo esto pudo sentirse en la maravillosa función brindada para Nuova Harmonia por los italianos Domenico Nordio y Orazio Sciortino, violinista y pianista respectivamente, con obras de compositores de los siglos XVII al XX.
El muy impactante comienzo con una versión magnífica de la Sonata Kreutzer de Beethoven, ya dejó claro que se estaba frente a dos músicos de fuste, con notable técnica y, en el caso particular de Nordio, de un virtuosismo superlativo. En cada uno de sus tres movimientos se pudo apreciar la interpretación sensible de un músico con una técnica llamativa, que expresa vivamente lo escrito y lo hace suyo, dando nuevos aires a la sonata que el compositor alemán dedicara a su amigo, el violinista francés. Sciortino también tiene lo suyo y sabe expresar vivamente el sentimiento que lo embarga, en un instrumento al que maneja con notable apasionamiento. Como una amalgama perfecta se entendieron, vibraron y transmitieron, pasando con sabiduría notable el Andante con variazoni y finalizando jubilosos en el Presto que cierra.
Preciosa resultó también la Sonata en Re mayor RV10 de Vivaldi, que con mucha admiración arreglara Respighi dos siglos más tarde. Domenico Nordio y Orazio Sciortino la entonaron con sonidos deleitables y, una vez más, se notó el placer de la comunicación entre ellos para emitir hacia el corazón.
Las Cinque melodie op 35 bis n.2 de Sergei Prokofiev nos trajeron otros aires, los más actuales. Con ellas demostraron el dominio de un extenso y variado abanico que jamás abandona la expresión sincera. El cierre, con Tzigane de Maurice Ravel, al estilo de la rapsodia húngara, no hizo sino reafirmar lo dicho, que se profundizó con mucha felicidad en los bises.
De hecho, mientras tardaba en llegar la partitura para tocar la Gavotta con due variazioni de la Suite italiana del ballet Pulcinella, de Stravinski, el sonriente y muy simpático Nordio pidió disculpas por su español y se encargó de alabar las virtudes de las partituras electrónicas -lleva miles en su ipad- cuya selección maneja en segundos con su pié, para aparecer mágicamente en su atril. En el segundo bis, Sciortino pareció tomar la posta y apareció con otro ipad que apoyó sobre el piano. Interpretaron entonces la Liebesleid, de Kreisler, coronando una noche gozosa. Martin Wullich
Fue el 10 de mayo de 2018
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