DESIDERIUM, alegorías pasionales

Un poderoso cortometraje de Juan Cruz Castells y Santiago Muluk

DesideriumElenco: Élida Benito, Valeria Bon Catalán, Mar Cabrera, Juan Cruz Castells, Miguel Ángel Charpentier, Lisi Dikof, Diego Horn, José Moreira León, Juan Minujen, Vanshi Moldu, Bruno Rumich, Sabrina Tonelli – Guión: Juan Cruz Castells , Santiago Muluk – Fotografía: Eric Elizondo – Dirección: Santiago Muluk

A veces el arte refleja la vida; otras, la vida refleja al arte. En todo caso, siempre sentimos que hay algo que falta, una incompletitud. Ese vacío que solamente el arte y el amor pueden intentar llenar. Desiderium es una inteligente reelaboración del mito de San Juan el Bautista, Salomé y Herodes. Su protagonista (Juan Cruz Castells) se asemeja a Cristo, ¿será acaso porque lleva una cruz? Juan es bautizado por las mujeres en este extraño ritual. Es bañado por ellas, lo cual remite al baño del dios Apolo por las ninfas.

En la escenografía con las columnas abultadas, existe una semejanza con la obra de Louise Bourgeois, y justamente hay una relación conflictiva con la madre, tanto en Desiderium, como en las célebres arañas gigantes de la artista, donde ella alude a su madre. El negro, el blanco y el rojo son los colores dominantes en este cuadro viviente que es Desiderium. Las imágenes son fuertes y pregnantes; se puede decir que, si bien hay una notable intelectualidad detrás, ellas se sostienen por sí mismas y no necesitan un discurso legitimador.

Se podrían rastrear innumerables intertextualidades; ahora bien, la presencia del tango con su Canción desesperada y con la canción Como dos extraños resultan referencias muy contundentes. Hay verdades que se nos escapan en la vida cotidiana, pero pueden expresarse con mayor claridad en la letra de un tango. El verdadero artista es quien se adelanta a su tiempo, por eso muchas veces es incomprendido. También es quien ve lo que otros no pueden ver. Hay algo de clarividencia en el arte genuino.

La figura de la cantante asume un lugar clave, porque si bien parece un personaje marginal o que está en las sombras, parecería brindarnos una clave de lectura de este misterioso relato. No menor resulta, asimismo, la primera escena donde dos amigos que juegan al pool se revelan algunos secretos.

Desiderium es un relato simbolista, expresionista, surrealista y al mismo tiempo, posee la concentración y la síntesis de una obra minimalista. La bombacha roja de encaje es el elemento que cohesiona toda la narración, como origen y como final de la obra, como esa fuerza que impele, como el objeto sobre el cual se encuentra vertebrado todo el argumento. ¿Quién salvará a la bombacha de morir ahogada en las profundidades del agua? Puede ser ese que ha sentido su verdadero aroma.

La música ha sido cuidadosamente seleccionada. The song of Venus (The Bermuda Triangle); Uranus, the magician y Neptune, the mystic (The planets) son algunos de los indicios que han sido sembrados en la obra, para quien acepte el desafío de descifrar el enigma que ella contiene.

«Me acobardó la soledad y el miedo enorme de morir lejos de ti» dice la canción. Podría pensarse que el protagonista le dedica estos versos a su mujer amada o a su madre. La escena de la bañadera, donde él aparece como un feto refugiado en el útero materno (o en el mar del inconsciente), además de ser preciosa, nos revela también poderosamente este vínculo conflictivo que él tiene con las mujeres. Su madre lo ha abandonado y aun así él quisiera estar junto a ella. La esponja no lo acaricia; lo raspa.

Las mujeres vestidas con telas blancas son todas iguales para él. Todas tienen el mismo discurso que puede parecer distinto, pero en el fondo todas le dicen lo mismo, los mismos reproches, los mismos deseos, las mismas carencias. Ninguna lo merece, como bien dice el personaje. Pero la mujer de la bombacha roja se distingue: es ella quien ha dejado la huella profunda, esa dolorosa cicatriz en el personaje. Y, sin embargo, él no puede parar de buscarla.

Al protagonista lo lavan las mujeres, le cortan el pelo, pero ninguna de ellas es quien él realmente desea. Todas las acciones que se llevan a cabo son, en realidad, actos muy simbólicos. Quemar el telón negro del dolor se vuelve un acto esencial, sentir el humo y el fuego, ver cómo arde nuestro pasado hasta ser solo cenizas. El negro es sumamente potente, como también el blanco, pero es el rojo, el color de la sangre y las llamas, aquel que nos permite renacer como ave fénix.

Como leemos en Byung-Chul Han, en La agonía del Eros, el amor imposible conduce a la depresión. Esto puede apreciarse también en la película Melancholia de Lars Von Trier, donde Justine puede dejar atrás su melancolía cuando se convierte en amante.

La imagen del niño en su juego es otro hallazgo, y se relaciona también con la escena donde Juan rompe el caparazón y sale de un huevo o capullo; nos habla de un renacer.  Si pensamos en Nietzsche, existen tres transformaciones en el espíritu: el hombre comienza siendo camello, luego pasa a ser león y finalmente deviene niño. Quien se rebela contra lo establecido y dice no ante el deber es la figura del león. Pero la última transformación es la que nos acerca a la creación de nuevos valores, es el santo decir sí de la figura del niño.

El protagonista de Desiderium, es en parte hombre y en parte, niño. Es el mismo niño abandonado por su madre que recobra la inocencia cuando juega y se transforma a sí mismo en artista. Milly Vázquez

DesideriuM

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