CAMILLE, de Pierre Lemaitre

Una investigación incómoda, sesgada por la brutalidad

Camille como nombre de hombre. Una madre pintora bautizó a su hijo con el nombre de pila de Pisarro, el mismo hijo al que –gracias a una adicción severa al tabaco- le concedió una altura en la edad adulta que no supera el metro cuarenta y cinco. Camille Verhoeven es comandante de la Brigada Criminal de la Policía de París.

Como detective ha transitado con su carácter adusto toda una saga que Pierre Lemaitre creó y ha presentado bajo los títulos de Iréne, Alex, Rosy & John, dando por terminada la serie con el presente Camille. Aquí, el personaje lleva cuatro años de haber perdido a su esposa, y van cuatro meses de verse envuelto en una relación con Anne Forestier, una mujer a la que no se cansa de dibujar, porque eso heredó de su madre, un dominio feroz del bosquejo rápido. Y así ha acumulado decenas de blocks con registros gráficos de criminales, testigos, víctimas, colegas y cuanto rostro se muestre frente a él.

Un día, imprevistamente, Camille es notificado de que Anne ha sufrido un accidente y está hospitalizada. Lo han llamado a él porque es el primero de la lista de llamadas en caso de emergencia. Al enterarse de que fue brutalmente golpeada durante un atraco a la joyería de un centro comercial, Camille decide con determinación que se encargará de la investigación, pero debe esconder su relación con la víctima porque el protocolo no lo permitirá. Esto le ocasiona muchas situaciones con sus superiores en la fuerza y lo coloca permanentemente en un incierto terreno desde el que deberá dar con la persona y el móvil por el que han dado tremenda paliza a su amiga. Verhoeven busca a un conocido atracador con estilo propio. “Hafner deja a su paso gente herida, renqueante, cojeando, incontables caras rotas y una suma de bastantes años de rehabilitación. La técnica es sencilla: hacerse respetar con un golpe al primero que se cruce, así los demás comprenden de inmediato y todo va mucho mejor”.

Sin embargo, al correr de las páginas y las horas, Camille va dudando de sus pistas y debe cambiar la estrategia, siempre mintiendo y enfrentando el mapa tambaleante de sus emociones, con el que Lemaitre envuelve toda la trama. Un pequeño hombre, acorralado por sus dudas y enredado en la oscura atmósfera criminal de París. Debe actuar rápido. “Su cerebro funciona más rápido que él, que solo más tarde entiende lo que ha decidido. Lo comprende ahora”.

Lemaitre no escatima en desplegar lo que siente el comandante mientras los acontecimientos lo apabullan. Las emociones y conjeturas psicológicas que atraviesan su mente dejan sin aliento a un lector que corre tratando de vislumbrar cómo evitará el escándalo en la fuerza y la decepción en la vida personal.

Este autor multipremiado se lanzó al mundo literario después de los 50 años y lo hizo con mucha seguridad y confianza en lo que quería hacer. Cuando uno mira la página de agradecimientos al final de esta novela, el último párrafo está dedicado a aquellos de quienes tomó prestadas pequeñas cosas, entre los que figuran Heinrich Böll, William Faulkner, John le Carré, Marcel Proust, Jean Paul Sartre y Thomas Wolfe. Entonces se comprende cómo pudo armarse este buen libro. Silvia Bonetti

Camille
Pierre Lemaitre
Alfaguara
320 páginas

Pierre Lemaitre (París, 1951): autor, guionista y psicólogo francés, es más conocido por su labor literaria, centrada en el género negro y policial, así como por su trabajo como guionista para la industria del cine y televisión. Ganó el premio Goncourt 2013 por la novela Nos vemos allá arriba. Para Lemaitre “Escribir no es más que reordenar historias ya conocidas” o confeccionar una suerte de “bricolage que consiste en atrapar trozos de memoria”. Suele afirmar “La literatura es mi método para comprender el mundo”.

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