La convergencia de las artes suele dar resultados interesantes. En este caso, el guitarrista Alejandro Miniaci decidió componer un trabajo conceptual inspirado en las obras del ingeniero y arquitecto Francisco Salamone (1897-1959), italiano de cuna y nacionalizado argentino, quien en apenas cuatro años (1936 a 1940) construyó más de 60 obras monumentales en distintos municipios de la Provincia de Buenos Aires.
No es la primera vez que Miniaci plantea esta clase de cruces: hace algunos años su álbum Música para catedrales ya había anticipado la idea de ponerle sonido a los espacios edilicios. Pero en este caso la propuesta fue desarrollar musicalmente, de manera puntual, la obra de Salamone, centrada en las líneas del art-decó y fuertemente personal, con su inusual estilo vanguardista y ciclópeo, creativo y futurista.
La música de Alejandro Miniaci es heredera directa de las corrientes vanguardistas que abrieron en Europa artistas como Robert Fripp o Brian Eno, con una fuerte impronta de la música ambiental, por momentos minimalista. En este caso se suma además un uso extensivo de la técnica del loop: el instrumentista va grabando en tiempo real distintas figuras sonoras que luego se reproducen a la manera de una base, sobre la cual se van añadiendo sucesivamente nuevos elementos sincronizados. De este modo, un único músico sobre el escenario es capaz de generar y controlar una cantidad de capas de sonido diferentes que se van superponiendo.
El resultado sonoro es muy atractivo, y lleva a pensar que si Miniaci se hubiese radicado en Inglaterra o en los Estados Unidos y hubiese sido descubierto por algún productor de aquellas latitudes, hoy su historia sería muy diferente y su reconocimiento mucho más amplio. Alguna vez Fripp declaró que seguía tocando en Argentina porque le parecía un país con mucha pasión. Pero lo cierto es que resulta muy difícil ser profeta aquí, viviendo en esta misma tierra.
Entre las obras más emblemáticas de Salomone se cuenta el matadero que forma parte de las ruinas de Villa Epecuén y los increíbles portales de Azul, el cementerio de Saldungaray y la gran cruz de Laprida, en el portal de Balcarce. Todas estas obras han sido traducidas a música por Miniacci, al igual que las personales plazas, edificios y palacios municipales ideados por el arquitecto. Vale la pena escuchar estas composiciones viendo fotografías de esas construcciones, para terminar de comprender la convergencia estética puesta en juego.
En la presentación de este nuevo disco de Alejandro Miniaci, una pantalla sirvió para mostrar imágenes que dieron cuenta de este objetivo. De todos modos lo cierto es que este trabajo musical bien podría ser la primera etapa de un trabajo audiovisual mucho más amplio, que ojalá alguna vez se haga, que contemple el aporte de una documentación audiovisual más completa, que contribuya a una mejor valoración del legado de este genio de la arquitectura argentina.
Mientras tanto, celebramos que estas músicas, que dicen mucho por sí mismas, despierten en el público un interés que lleve a indagar y descubrir el resto. Germán A. Serain
Fue el 16 de diciembre de 2016
Sr. Duncan
Av. Rivadavia 3832 – Cap.
Sitio web Alejandro Miniaci
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